7 de noviembre de 2007

Haibane Renmei

Seguramente nos encontramos ante uno de los cuentos más hermosos y vibrantes que se hayan escrito jamás. Un anime sin pretrensiones, que trata de contar una historia sencilla. Un anime lleno de sentimientos, emociones, fantasía y realidad.

La historia se basa en un mundo ficticio, en el que los hombres de una pequeña ciudad, la ciudad de Guri, una ciudad rodeada por un muro que no pueden atravesar, conviven con los Haibane (alas grises), personas con alas y halos sobre sus cabezas, que nacen de un capullo que surge de la nada.

Cada uno de los Haibane nace con un sueño, un sueño que esta relacionado con su llegada a esa pequeña aldea, pero no recuerdan su nombre o quienes era, pero si recuerdan que eran alguien, ya que nacen con conocimientos, en edad casi adulta la mayoría, aunque más que nacer surgen de un capullo que va creciendo an algún rincón olvidado de la casa de los Haibane o en cualquier otro lugar.


Esta historia se centra en la vida de Rekka, una recién llegada, nacida prematuramente, y a por sus ojos veremos como viven estas personas, su relación con el mundo, sus creecias y su búsqueda personal.


Ya desde el momento en que nacen sufren, ya que durante los primeros días les salen las alas, un proceso doloroso y ahí es cuando les ponen el halo, para diferenciarlos más aún de las personas normales. Tras su nacimiento deben encontrar su lugar en la sociedad, para ello buscan cual es la habilidad que mejor se adapta a ellos y se dedican a hacer labores de ayuda a la gente del pueblo, como panaderos, relojeros, libreros... y con ello consiguen puntos que pueden cambiar por comida o ropas, aunque su principal labor es la de vivir con lo que la gente ha olvidado, como restaurar relojes o bicicletas, hacer útil todo lo que nadie quiere.

Todas las normas que deben seguir vienen impuestas por los sacerdotes de la Sociedad de los Haibane, los Washi, los únicos alas grises que pueden atravesar los muros de la ciudad y que para comunicarse con ellos no se tiene hablar, si no mover con las alas unas campanillas que tienen para ese uso. Ellos son los que conocen la verdad sobre el pueblo de los Haibane y se dedican a guiar a los recién llegados por su propio camino.

Quizás todo esto resulte un tanto extraño, pero el anime es en realidad un cuento de 13 episodios en el que Rekka pasará por diversas etapas a lo largo de su vida como Haibane nacimiento-adaptación-conocimiento-amistad-muerte-búsqueda de la verdad-encontrarse con uno mismo, y tras este camino lleno de emociones, alegrías, tristezas y lamentos, llegas a la conclusión de que nos encontramos ante una de las series más bonitas que se han hecho nunca, con paisajes que recuerdan a una aldea italiana de mediados del siglo 20, así como la banda sonora, un dibujo muy elaborado y colorista y unos personajes trabajados y con personalidades bien diferentes los unos de los otros.

En conclusión, una serie que no te puedes perder

Cronica de una ida y un querer volver (a ir)

Pues si, no ha mucho, estuve paseando entre flores y cerezos, entre bosques verdes y estructuras, entre templos y edificios.

Esta sería una buena forma de definir Japón, un país multidisciplinar en el que todo se construye sin ningún tipo de orden ni concierto, donde hay cientos de templos que se elevan con sus jardines privados entre una selva de edificios, donde la población domina el bello arte de dormir en cualquier parte, ya que se aprovecha cualquier momento para descansar y donde todo es masificación y orden.

Nada más llegar y salir por primera vez del aeropuerto, lo que sorprende es que para todo existe un lugar, no hay papeleras a la vista y si muchas máquinas expendedoras de todo tipo de bebida con sus papeleres para reciclar los botes que se encuentran adheridas a las máquinas. No se puede fumar por la calle, a excepción de las "Smoking Zones" y todas las calles se encuentran atravesadas por una pequeña línea de baldosas amarillas con un dibujo totalmente distinto al resto de la calle que se introduce en las tiendas y edificios y que sirve para indicar a los invidentes por donde pasear.

Las calles son caóticas, se nota que se contruye por necesidad, los postes de la luz son enormes y surgen en todas las esquinas, acechantes, muchas zonas verdes, taxis que abren y cierran sus puertas automáticamente, bocas del metro que crecen en los rincones y no comunican con las estaciones que crees, bicicletas que invaden las calzadas, puestos de comida por doquier, circular por la izquierda en lugar de la derecha, cientos de peatones que miran al suelo...
En fin, en menos de cinco minutos en el pais, te quedas con la mandibula totalmente desencajada de tanto abrir la boca. Todo es nuevo, todo es sorprendente, todo es distinto.

Lo primero que hicimos al aterrizar fue salir al mundo exterior para contemplar lo que rodeaba al aeropuerto de Narita, y nos encontramos con las zonas de fumador, con la limpieza de las calles y con las máquinas expendedoras de toda clase de refresco, algo más que normal y agradecido por la cantidad de calor y humedad que hace en esa isla.
Después de tratar de comunicarnos con la mitad de las pobres y amables dependientas que habían en el aeropuerto, nos dirigimos al Tokyo Rail para llegar hasta Asakusa que es donde teníamos el hostal.

Tras aclararnos con el metro, y con sus múltiples formas de pago, llegamos a Asakusa tras hora y cuarto de viaje y dos trasbordos, una buena forma de comenzar a cogerle cariño al transporte que más emplearíamos. El metro es grande, consta de unas doce líneas (creo recordar) y muchos trasbordos, la forma de pago depende de la cantidad de estaciones que se sobrepasen y se puede paga al contado o sacando unas tarjetas prepago muy monas que puedes hasta ponerle tu propio nombre.

Al llegar al barrio de Asakusa comenzamos a recorrer las calles, a contemplar a los viandantes y a comenzar a habituarnos a circular por la izquierda, a esquivar bicicletas y a pasear nuestras trolleis por delante de todas las tiendas que se cruzaban en nuestro camino.
Tras intentar desvelar el plano con la dirección del hostal, decidimos introducirnos por la calle principal que llevaba al templo de Asakusa. la calle parecía sacada de un videojuego, una calle peatonal ancha, muy ancha, con los techos cubiertos por lonas y con filas enteras de tiendas con productos típicos, ya sea todo tipo de comidas rápidas o de ropa, e incluso complementos, y desde el principio de la calle se podía contemplar a lo lejos, la entrada principal del templo.
Nada más llegar al final de la calle, nos tuvimos que detener para poder contemplar el templo en todo su esplendor.
Éste se erguía solemne, magnífico, era como si al habernos adentrado en la calle principal, hubiéramos atravesado un portal que nos llevaba a otra época, ya que la plaza del templo se encontraba rodeada de edificios menores, e incluso una pagoda, y en su centro una olla de incienso para purificar.
Como íbamos muy cargados, realizamos las pertinentes fotos rápida mente y nos dedicamos a poerdernos por el barrio, ya que no conseguimos ubicarnos del todo para encontrar el hostal, así que nos tocó detener a un grupo de policías de barrio en bicicleta para intentar comunicarnos con ellos para llegar hasta nuestro destino, muy amables, y sin tener ni idea de inglés, nos llevaron hasta la calle en la que se encontraba el hostal.

Una vez allí, pagamos las habitaciones, dejamos los equipajes y nos dispusimos a explorar los alrededores de lo que se iba a convertir en nuestro hogar durante una semana...

Ya va siendo hora...

Pues como ya comentaba ayer, tengo que ponerme las pilas con el blog, así que he decidido recuperar mis viejos artículos de series de anime para reflotarlos en este blog y también he comenzado a preparar el diario del viaje, y creo que me está quedando demasiado extenso, pero es que hay tanto que contar que no sé por donde empezar.

También he actualizado la cuenta atrás con la fecha del estreno de la obra del teatro del grupo del que soy miembro y del que debería contar algo, pero más tarde, vayamos poco a poco, que este tabernero tiene demaisadas historias que transcribir.

6 de noviembre de 2007

A veces recuerdo que tengo un blog

Cierto es ello, a veces me paro a mirar el firmamento y recuerdo que tengo un huequillo en la red en el que puedo escribir cosas, pero cuando vuelvo de trabajar, pocas ganas hay de ello.

Muchas son las cosas que quiero contar, desde el fabuloso viaje a japón hasta ese divertidísimo fin de semana en el salón del manga de Barcelona, muchas son las críticas de videojuegos (desde las más clásicas como el Xenogears hasta las más actuales, como el Bioshock), de series de anime o de películas (las cuales muchas ya no están ni en cartelera).

Es por ello que me va a tocar ponerme a hacer horas extras, porque de no escribir por no tener material a no escribir por exceso, me va adar mucha guerra...